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SEIS REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE EUROPA

El proyecto político común de Europa, basado en las premisas del Estado de Bienestar, correo un serio riesgo a largo plazo, por causas tanto internas como externas.
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SEIS REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE EUROPA

Los riesgos a los que se enfrenta la Unión se hacen sentir cada vez más



Por D. D. Puche


1. El proyecto europeo pinta francamente mal, con el continente salpicado de nacionalismos excluyentes y crecientemente euroescépticos, cuando no separatistas, cada cual queriendo solventar sus problemas internos por su cuenta. No es una situación que debiera sorprendernos, sin embargo, puesto que la crisis económica ha evidenciado que la UE es básicamente una alianza económica al servicio de Alemania. A la ciudadanía europea se le prometió otra cosa, y sus esperanzas se han visto severamente defraudadas. Una unión económica que nunca fue una verdadera unión política, y que no ha querido avanzar por la senda de la creación de un macroestado europeo, no está llamada a durar mucho, en términos históricos. 

2. La UE es una potencia económico-política mediana (y menguante) atrapada entre dos colosos: el imperio que cae (EEUU) y el imperio emergente (China). Quiere ser imparcial, en términos de poder global, y quedar bien con todos, y sobre todo sabe que no aspira al protagonismo dada su población, relativamente baja y además muy envejecida. Como en el caso de Japón, posee unos recursos y un potencial privilegiados, pero le falta músculo. Y ese músculo sólo va a seguir atrofiándose en el futuro. 


3. El Estado de Bienestar descansa sobre la redistribución lo más equitativa posible de la riqueza socialmente producida, pero sólo se puede redistribuir la riqueza existente (y real, por cierto: la riqueza especulativa no puede redistribuirse, porque ello evidenciaría que en realidad es ficticia, virtual, que no se apoya en la economía real de bienes y servicios). A medida que dicha riqueza vaya reduciéndose, lo irán haciendo en paralelo los derechos, libertades, servicios, etc. En resumen: nuestros altos estándares de vida. Vivir como se vive en Europa es carísimo, y la gran pregunta ahora mismo es si es posible seguir haciéndolo a largo plazo, en un escenario internacional globalizado. El crecimiento de China y los demás BRICS hace que haya que repartir el pastel entre más actores, y por tanto, que cada uno toque a menor porción. En ese contexto, Europa es cada vez más un continente de rentistas con un porvenir nada claro. 

4. Hay que sumar a la inercia anterior los movimientos (cuando no iniciados, por lo menos sí incentivados) de potencias extranjeras (EEUU y Rusia, el cuarto agente en discordia) para fragmentar y debilitar Europa más de lo que sus tensiones internas ya lo hacen. El desastre del Brexit y la declaración unilateral de independencia de Cataluña son quizá los dos mejores ejemplos de la manipulación de la ciudadanía con campañas masivas de desinformación mediática, así como del nuevo uso de las redes sociales para enfrentarla con sus vecinos (a menudo, bots inexistentes). Son muchos los intereses que hay en quebrar un continente que aún ofrece un gran potencial competitivo, para reducirlo a mero suministrador de ciertos productos y tecnologías. Por lo demás, quiere hacerse de él un centro vacacional para turistas y jubilados rusos y asiáticos. Un continente / parque temático / spa muy agradable para visitar, pero sin relevancia política ni militar. 


5. En esta coyuntura de pérdida de influencia internacional y de poder geoestratégico, de progresiva reducción de condiciones de vida, de destrucción de empleo por la automatización del trabajo, etc., nos jugamos cómo queremos que sea nuestra decadencia. Si lenta y lo más plácida posible (voto socialdemócrata, o en menor medida conservador) o vertiginosa y traumática (voto populista, especialmente de derecha, pero no nos engañemos, también el de izquierda). La ecuación es sencilla: todos los que prometen volver a tiempos gloriosos mienten. Todo el que prometa un futuro de riqueza y pleno empleo miente. Todo el que prometa recuperar derechos y prestaciones sociales perdidos, y además ganar otros nuevos, miente. Todo el que prometa recuperar cotas de relevancia internacional como las de los tiempos del colonialismo miente. Etc. Bueno... miente, o peor aún, tiene en mente meterse en quién sabe qué guerras o purgas. Hay mucha agenda política oculta en los planes de la alt-right internacional, con Bannon y Duguin paseándose por aquí y promoviendo tensiones étnicas, regímenes neofascistas, etc. Pero también la hay en los populismos izquierdistas (eso dicen ser, al menos) que están contribuyendo no poco a la fragmentación de los Estados y el socavamiento de las instituciones políticas y jurídicas; algo que beneficia directamente (¡oh, sorpresa!) a los capitales extranjeros a los que éstas todavía se les resistían.

6. Insisto: el que prometa un futuro mejor, miente. Hay que escuchar a los que hablan de minimizar la caída. La próxima (y parece que inevitable) crisis económica, además de la demográfica, la de inmigración, la ecológica y la energética nos van a golpear muy duramente. El desarrollo tecnológico podría suavizar la intensidad de alguna de ellas, pero ni mucho menos evitarlas. Ya no. Se trata de controlar los daños de unas dinámicas sistémicas que han escapado a todo control y cuyas ondas a medio-largo plazo nos van a alcanzar como un latigazo histórico terrible. Lo que se juega en las elecciones europeas de hoy es mucho, aunque sólo sea un capítulo más de esta historia. El voto de castigo, el voto pirómano, muy especialmente a la extrema derecha, se va a volver contra quien lo deposite en la urna mucho antes de lo que piensa. 

[7.] Sí, ciertamente el título prometía seis reflexiones, pero quizá quieras ver este vídeo, que guarda una estrecha relación con ellas, a modo de "posdata".





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