QUINCE PRECEPTOS PANTEÍSTAS




I

Amar, respetar y proteger la Naturaleza, porque ésta es Dios.
(Es Dios en la medida en que hay seres autoconscientes que son parte de ella y a través de sí mismos producen la autoconsciencia, siquiera ínfima, de la naturaleza. El desarrollo histórico de esa autoconsciencia no sólo no debería alejarnos de tal idea, sino, al contrario, contribuir a realizarla. Hay Dios donde hay consciencia y sentimiento de pertenencia al Ser y unidad con el resto de los entes; no podría ser ninguna otra cosa.)


II

Respetar a toda la humanidad como a Dios mismo, y a Dios en ésta, y a todos los dioses ‒si se quiere‒ en Él, porque todos son expresiones ‒totales o parciales‒ de la Naturaleza.


III

No convertir a ningún Dios en un fetiche al que adorar, en algo más allá o al margen de la propia Naturaleza, ni ponerlo jamás como excusa para contravenir ninguno de estos preceptos.


IV

Honrar a la madre y al padre y a los que te han precedido, familia o no, y han contribuido con su esfuerzo a darte un mundo en que vivir.


V

Ver a Dios en todos los demás y actuar en consecuencia, sin importar el sexo, el pueblo o la raza.


VI

Defender al débil de la injusticia, donde quiera que se le encuentre, y servir a la comunidad.


VII

Ayudar a todo el que lo necesite con el esfuerzo y la hacienda propios.
(Los límites de esta ayuda son difíciles de precisar en abstracto, pero incluyen, en el menor de los casos, la obligación diaria de la limosna.)


VIII

Practicar buenas acciones ‒a saber: las que contribuyen al bienestar y felicidad de la mayoría‒, así como alejar de uno mismo toda maldad ‒lo opuesto a lo anterior‒, incluso de pensamiento. No hacer nunca lo correcto por presunción o soberbia.


IX

En la medida de lo posible, hay que cultivarse y buscar la perfección intelectual y espiritual, que redunda en la mejor marcha del mundo. Ello va unido, además, a una vida frugal y austera.


X

No matar ni comer nada con sangre, al menos no más allá de la necesidad razonable, ni causar jamás sufrimiento a ningún ser vivo.
(Esa necesidad razonable depende del grado de desarrollo de cada época, pero debería tender a la extinción, algún día, del consumo de animales para la reproducción de la vida humana.)


XI

No mentir, estafar, traicionar la confianza ni levantar falso testimonio.


XII

No robar, ni ‒lo que es lo mismo‒ apoderarse del trabajo de otro, o de su vida a través de la servidumbre.
(Aquel de quien dependa debe garantizar que el trabajo no suponga más de un tercio del día, y que haya al menos un día libre a la semana.)


XIII

No envidar ni codiciar lo que no es tuyo, ni propiciar que otros te envidien.


XIV

No dejar afrenta sin perdonar al final de cada día. Si es muy grave, hacer cuanto se pueda para perdonarla cuanto antes.
(No importa tanto que el otro se sienta perdonado como que el que perdona quede en paz consigo mismo.)


XV

Meditar cada jornada sobre lo que quieres ser y sobre lo que has hecho, y en qué medida te aproxima o no a tu propósito. Reflexionar sobre nuestras intenciones torcidas y rectificarlas.
(Esa meditación puede consistir en la introspección, la oración o cualquier forma de recogimiento que se desee; sirve todo modo de experimentar la religación con el Todo. Conviene llevar un registro escrito de estos ejercicios. Es muy recomendable revisarlo periódicamente, e incluso es saludable mostrárselo a otros.)




alt="mandamientos panteistas, caminos del logos"


Comenta o comparte en las redes
 
https://www.facebook.com/CaminosDelLogos/https://twitter.com/puchedav?lang=es


  
© D. D. Puche, 2019
El contenido de esta página
está registrado en SafeCreative