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LOS TIBIOS

Conozco tus palabras, y que no eres ni frío ni caliente. 
¡Ojalá fueras frío o caliente! Mas porque eres tibio, 
y no caliente ni frío, estoy para vomitarte de mi boca. 
Ap 3, 15-16.

El PSOE ha boicoteado durante meses todo pacto con la izquierda (la “izquierda”, aclarémonos, es “lo que queda a la izquierda del PSOE”). Al parecer, teme que pactar con Podemos sea su fin; su salvación, por lo visto, está en repetir unas elecciones que inevitablemente ganará la derecha. Pero siempre es sospechoso que te interese perder unas elecciones; como si tus acreedores del IBEX así te lo hubieran impuesto, por no hablar de los barones del partido (especialmente del sur, y singularmente Susana Díaz, aspirante al trono si Sánchez empeora resultados electorales) que para mantener sus cortijos clientelistas van a cargarse su propio partido (a nivel nacional), la izquierda y de paso el país entero, propiciando otros cuatro años de neoliberalismo del PP. La legislatura más breve de la democracia, este breve interregno entre elecciones, ha servido para retratar a la socialdemocracia española –el neoliberalismo con rostro humano–; ésta ha bloqueado todo intento de pacto de izquierdas y se ha echado en los brazos de un partido, Ciudadanos, cuya razón de ser no es otra que servir de partido-escoba que le devuelva a la derecha todos los votos perdidos por el PP. Como se ha visto, hasta el último momento se le ha pedido al único partido con el que un pacto lógico era posible, Podemos, que diera su apoyo a la investidura de Sánchez a cambio de nada. Y se suponía que Podemos tenía que tragar. Y que sus cinco millones de votantes le han dado sus votos para que facilite un gobierno PSOE-Ciudadanos. Claro, cómo no. 

Cómo no, la lectura que hacen los medios “de información” españoles (hemos asistido, desde la anterior campaña electoral, a algunos episodios absolutamente vergonzosos que dan cuenta de la miseria del periodismo español), todos ellos propiedad del mismo capital que no quiere a Podemos en el gobierno de ninguna de las maneras, es: “Podemos hace imposible la gobernabilidad del país y obliga a repetir elecciones”. Y los españoles mediatizados no hacen sino repetir el mantra, o sea, el editorial de su periódico, en cada conversación de bar, genuino ágora nacional. Otra fórmula extendida entre los creadores de opinión es: “los de Podemos sólo quieren conseguir una silla” o “sólo quieren el poder”, como si el PP, Ciudadanos o el PSOE no quisieran precisamente eso, ocupar sillas, y no fuéramos a repetir elecciones porque no ha salido lo que la Banca y la Bolsa querían que saliera; o como si la política fuera otra cosa que el ejercicio del poder, que es lo único que permite producir transformaciones, esto es, aquello para lo cual el 15-M se organizó y entró en el Parlamento. El inconsciente traiciona a los clasistas, que consideran que sólo “los de toda la vida” tienen derecho (el que de facto da el capital) a estar allí. Un parecer que comparten, por lo que se ve, muchos españoles. Este país no tiene remedio, porque la mayoría de los españoles no quiere que nada cambie. Deben de ser aquellos a los que la crisis no ha tocado. 


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